domingo, 7 de julio de 2013

Boda de Isabel Y Fernando

Enrique se oponía a esta unión, por las tradicionales rencillas que Castilla y Aragon habían venido manteniendo, pero a Isabel no le importaba en absoluto y se olvido de su promesa de no contraer matrimonio sin el consentimiento de su hermano.

Sin embargo, el matrimonio así pactado no era valido sin la autorización expresa del Papa, puesto que Isabel y Fernando eran primos.

"Merced a un documento -dice Miguel Velasco Alvarado- redactado (no sin intrigas y del que nunca constara fehacientemente su autenticidad, para mayor enigma de la Historia), el 4 de enero de 1.469 por el obispo Juan Arias Davila en el castillo de Turegano (Segovia) fue posible, públicamente legal e históricamente valido, el matrimonio de doña Isabel de Castilla y don Fernando de Aragon, sobre quienes, pese a sus diferencias acerca de la legitimación del gobierno del reino castellano, se cimenta la unidad de España"..."

Cobra así, de este modo, especial dimensión histórica un pequeño pueblo segoviano sede, refugio y fortaleza de uno de los obispos mas intrigantes, no solo de la historia castellana, sino de España: Juan Arias Davila.

La situación histórica de nuestro reportaje ha de partir de la corte de Juan II de Castilla y de su hija, la princesa Isabel, a quien pretenden en matrimonio: Alfonso V de Portugal, hermano de doña Juana de Portugal, a su ve esposa de don Enrique IV de Castilla; el duque de Guyena, hermano de Luis XI de Francia, que ve en este matrimonio clara trascendencia política hacia la conquista de Aragon, y con mas claros indicios de posibilidad, por don Fernando de Aragon, hijo de Juan II de Aragon y nieto de don Fernando de Antequera, a su vez hermano de Enrique III, abuelo de la princesa castellana, de cuya genealogía se deriva un parentesco de consanguinidad en tercer grado y cuya situación daría lugar a acontecimientos que habrían de llenar una de las paginas mas importantes, intrigantes y transcendentales de la Historia de España y de su proyección universal.

Al tratarse de primos segundos con impedimento canónigo de tercer grado, Fernando e Isabel precisaban de la licencia del Papa para la ejecución de su matrimonio. Francia, por su parte, presiona al Pontífice para que esta dispensa no se otorgue, llegando incluso a la amenaza de una escisión cismática de sus cardenales, lo que supondría el apartamiento de Francia respecto a la Santa Sede. Incluso se llega a designar un Cardenal que controle la salida de documentos. El Papa, al no poder obrar libremente, envía a Castilla a su legado Antonio Jacobo Veniero, con poderes especiales y omnímodos para situar y resolver tan oscura situación. Este legado, comprobada la situación de Castilla concede la dispensa de matrimonio en el fuero de la conciencia, o sea, secretamente, en nombre del Papa. Ya no hay ningún impedimento para este matrimonio.

Sin embargo, para Isabel no es bastante. Es necesario que la unión matrimonial no solo fuera legitima en el fuero de la conciencia, sino que, además, lo pareciese ante el pueblo. Es entonces cuando el obispo de Segovia, Juan Arias Davila (gran confidente y asesor de la Princesa), redacta en el castillo de Turegano -donde por tener su camara hace largas permanencias- el citado documento publico, como juez ejecutor de una bula de dispensa otorgada por Pio II cinco años antes -o sea,en el año 1.464-. que no se pudo ejecutar a su tiempo, por la que se autorizaba a don Fernando para poder contraer matrimonio con cualquier princesa consanguínea, hasta tercer grado.(muy significativo).

Algunos historiadores silencian, en general, la existencia de esa bula, ¿Sera porque, en realidad, nunca existió?. ¿Acaso porque si existió, no esta catalogada oficialmente por la muerte prematura del Papa?. En todo caso, tambien la bula pudo fingirse en el castillo; pero lo cierto es que, tanto la bula como el documento ejecutivo de la misma, están unidos al acta matrimonial extendida en Valladolid el 18 de octubre de 1.469 por el notario apostólico Diego Rangel y el tantas veces citado documento firmado en Turegano "Mobis pro tribunalis sedentibus" el 4 de enero de 1.469, y que se encuentran en al Archivo de Simancas.¿ La lectura publica de este documento -sigue diciendo este autor- facilito al pueblo esa sensación y tranquilidad. Con ello, además, los otros pretendientes, y Francia mas concretamente, hubieron de desistir de sus propósitos, si bien de ahí parte el error en que los historiadores cayeron:

Francia, atenta a los documentos que salen de la Santa Sede, desconocen este (que, naturalmente, no llego a salir de allí, puesto que fue redactado en Turegano) e impugnaba el matrimonio de los dos príncipes cuando se enteran de su celebración, acusándolo de concubinato. Inexistente, desde luego, dado que "en el fuero de la conciencia" estaban perfectamente dispensados por el Papa. No obstante, dos años después Sixto IV legalizaría en el fuero externo esta situación, con un documento publico de dispensa, una bula comisoria, ejecutada en Tarragona por el Cardenal Rodrigo de Borja.

El 11 de diciembre de 1.474 muere don Enrique IV. Y dos dias mas tarde, con la soledad del hito, el pueblo segoviano, reunido en la plaza mayor, proclama a doña Isabel reina de Castilla: "Castilla, Castilla, por el rey don Fernando y la reina doña Isabel".

Dias mas tarde, el 2 de enero de 1.475, saldría, tambien desde Turegano el rey don Fernando para ser lo proclamado en Segovia de Castilla.

Si bien el espíritu indomable de Isabel centraría claramente las competencias de gobierno, pese al "tanto monta, monta tanto Isabel como Fernando".

Si hubiese sido verdad que tanto Isabel como Fernando, tenían iguales poderes, no hubiese nacido el sonsonete calificativo del "Tanto monta" que, evidentemente fue creado para encubrir, enmascarar o disimular una situación que no podía ocultarse por el carácter absolutista de Isabel y el mayor apoyo que esta tenia, tanto por el mayor peso de su reino, como por el total respaldo que la Iglesia le prestaba.

Acerca de este asunto, Menendez Pidal, en el Tomo I del Curso de Conferencias sobre Política Africana de los Reyes Católicos, de 1.951, en Madrid, nos dice lo siguiente:

"El siempre revelador Alonso de Palencia nos es tanto mas de fiar cuando que el es, antes que de la reina, amigo del rey, a quien sirvió de consejero. El nos refiere que cuando ocurrió la muerte de Enrique IV, hallando el con don Fernando ausentes en Zaragoza, Isabel en Segovia, apresuro su proclamación. La nueva reina, realzada su peregrina hermosura de ventitres años con riquisimo y enjoyado traje, cabalgo bajo palio hacia la Catedral, rodeada de todos los grandes a pie; solo iba a caballo, delante de ella, Gutierre de Cardenas, llevando inhiesta una espada desnuda cogida por la punta, atributo de la soberanía y de la justicia. Muchos murmuraron de arrogancia en la mujer aquella ostentación de los atributos del marido, y mas que nadie la censuraron Fernando y Palencia cuando en su apresurado viaje a Segovia les refirieron el hecho.

Alarmado el joven marido de los vuelos que su esposa se tomaba, pregunto a Palencia, que viajaba con el, si recordaba haber leído en alguna historia que cualquier otra reina se hubiera apropiado del varonil símbolo de la espada, reservado a los reyes, y el cronista, declarando no recordar caso semejante, réprobo el acto de doña Isabel. El encuentro de los cónyuges fue tormentoso. Fernando sintiendo rebajada su autoridad marital, quiere regresar a su reino de Aragon; conferencias de los grandes y letrados partidarios del marido y de la mujer sobre las atribuciones de uno y otro en el gobierno; se buscan árbitros; sentencias estos dando grandes atribuciones a la reina, y don Fernando inste en retirarse a Aragon. Pero las lágrimas de Isabel y el encanto de aquella belleza rubia, de ojos verdiazules triunfan de todo, con alguna discreta concesión, y Fernando se resigna a quedarse, no sin bravear ante sus íntimos censores que su tolerancia seria solo temporal. Pero ya la viejisima sabiduría de don Juan Manuel había contado, entes que Shakespeare, como el marido domino fieramente en la noche de bodas a la mujer altiva e indomable y el cuentista había sacado la moraleja: "En el comienzo debe el hombre mostrar -a su muger- como tiene que pasar"..."
Si al comienzo no muestras quien eres nunca podrás des pues cuando quisieres". Don Fernando cedió en el principio y perdió su pleito allí, en Segovia, aquel día de enero de 1.475.

Luego Palencia, conforme avanza en la relación de sus DECADAS, va recogiendo noticias de como aquí y allá las gentes murmuraban porque la voluntad del rey se supeditaba a la de la reina (Crónica de Enrique IV, pags. 429. 455. 479-80)

A su vez el viajero Nicolaus Von Poppelau, que en 1.484 vio a los reyes en Sevilla, pudo percibir como el rey no hacia nada sin consentimiento de la reina; no sellaba sus propias cartas sin que la reina las leyese, y si la reina desaprobaba alguna, el secretario la rasgaba en presencia del mismo rey..."

Podemos decir que Fernando fue una gran conquista de Isabel (en todos los sentidos). Sin embargo, a la joven y ambiciosa reina le quedaban muchos enemigos que domeñar. El mas peligroso era el bando de nobles que apoyaba a "La Beltraneja", que estaba capitaneado por el Arzobispo de Toledo, don Alonso Carrillo y el nuevo Marques de Villena, don Diego Lopez Pacheco, entre los mas principales. Este grupo, que pretendía, como sabemos, casar a la Beltrajena con Alfonso V "El Africano", rey de Portugal, contaba con el apoyo de las plazas de Burgos, Leon, Zamora, Toro, Salamanca, Toledo, Madrid, Huete, Alcaraz, Córdoba, Jerez, Ecija, Baeza y otros muchos pueblos.

Aunque los castillos y fortalezas del Marquesado de Villena fueron fieles a su señor, las poblaciones de muchos de esos lugares se alzaron contra el poder señorial, del que deseaban emanciparse, poniendo cerco a las fortificaciones y facilitando la entrada de las tropas de los reyes católicos, como es el caso de Almansa.

No hay comentarios:

Publicar un comentario