Por aquellas fechas (concretamente en 1.562) había
llegado a nuestra "entonces Villa", Fr. Alonso de Llerena, con la
piadosa intención de establecer en ella su orden monástica, tras su
reciente implantación
en varios pueblos de la provincia de Alicante.
Almansa, haciendo honor a su fama hospitalaria, le
acogió muy bien y los clérigos que entonces regían la parroquia (D. Luis
Gonzalez, D. Alonso Jimeno y D. Jaime Diaz), le prestaron su
colaboración, introduciéndole en el circulo social predominante, al
tiempo que ejercían su influencia sobre las autoridades civiles.
En este ambiente tan propicio, no tardo el activo
fraile en encontrar un almanseño capaz de subvencionar la construcción de un
convento. Este hombre, acaudalado y devoto, se llamaba don Juan Merino y se
comprometió a costear el levantamiento del citado convento en una propiedad que
tenia junto a la ermita de Santiago "distante de Almansa unos cuatrocientos pasos hacia el Mediodía".
En 1.563, el pequeño convento, aunque "construido
de material flojo", ya estaba en pie y contaba con todo lo preciso para albergar a doce religiosos.
El 16 de noviembre de aquel mismo año fue aceptado
por la orden franciscana y en 1.565 esta comunidad religiosa quedo completamente consolidada en Almansa.
Don Juan Merino, al parecer, no se limito a realizar aquella primera donación, sino que se comprometió en testamento a que el
mismo y sus herederos, repararían y reedificarían el citado convento cuantas
veces fuera necesario.
Con el tiempo, los frailes ampliaron la ermita de
Santiago, juntándola o fundiéndola con el convento (que se llamaba del mismo
modo). Las obras efectuadas debieron ser importantes, puesto que en 1.592 todavía no se habían terminado sus bóvedas.
Los frailes "Alcantarinos" (como se les llamaba
por ser su fundador san Pedro de Alcántara), se regían por unos
estatutos que
les obligaban a recitar, en comunidad, el oficio divino sin canto (cosa
que has
ta 1.565 efectuaron en la iglesia parroquial); tener tres horas de
oración mental en comunidad y no cobrar estipendio alguno por las misas.
Tanto sacerdotes
como legos, debían ir con los pies desnudos y sin sandalias (de ahí el
apelativo de "descalzos"), dormir sobre tarimas son un madero por
almohada y darse
disciplina diaria, excepto los domingos y festivos. Tambien necesitaban
licencia de sus superiores para remendar sus hábitos de piezas nuevas, o
viejas, de
distintos colores.
Aquel genero de vida, tan lejano al actual, proporcionaba a aquellos
hombres una aureola de santidad que causaba admiración y respeto entre
el pueblo, lo que se traducía en una gran influencia de esta comunidad
religiosa sobre la vida social.
Es fama que en este convento vivieron san Pascual
Bailon, el beato Andres Hibernon y los padres Alonso y Pedro Lobo.
Una almanseña, doña Juana Aparicio, viuda de don
Juan Alarcon, se dio totalmente a la vida espiritual, ingresando en la orden,
en la que llego a ser Sindiquesa del convento. Uno de sus hijos tambien ingreso
en la orden.
En agosto de 1.608, el licenciado don Bartolome
Pastor, máxima autoridad eclesiástica local, aprovechando el entusiasmo y
el
fervor que la vida de san Francisco de Asis había despertado en toda
España,
convino con los alcaldes de Almansa, don Juan Barnuevo de Cordova y don
Martin
Gueruda, nombrar a dicho santo, Patron de Almansa. Y a tal fin, en 24 de
aquel
mismo mes, se convoco Concejo en la Plaza de la Iglesia, siendo
pregonado dicho
ayuntamiento en los lugares de costumbre. Esto es, en las esquinas de
las calles principales: la de D. Luis Pina (hoy Virgen de Belén), la de
San Sebastian
(en la actualidad de D. Aniceto Coloma), la de Alori (hoy Aragon) y la
de Torralva (actualmente de Pascual Maria Cuenca).
Es obvio, (creo que debo subrayar) que si en aquellas fechas estuviese
tan profundamente imbuido en el pueblo el fervor por la
Virgen de Belén, a los frailes no se les habría ocurrido intentar
nombrar Patrono a San Francisco, que, en definitiva, era un santo
forastero.
Prueba de que en aquella época la Virgen de Belén
aun no había "calado" en el corazón de los almanseños es que se nombro Patrono
de la Villa a san Francisco.
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