Nació este extraordinario personaje un 6 de mayo
de 1.282, en Escalona, y su vida, de la que se han ocupado cientos de
autores,
es lo bastante conocida para que podamos resumirla en un ligero esbozo
biográfico, con lo cual aprovecharemos tiempo y espacio en los asuntos
que se relacionaron de modo directo y muy importante, con Almansa.
Caso este infante por vez primera don Doña Isabel,
infante de Mallorca, de la cual no tuvo descendencia.
Doña Constanza de Aragon fue su segunda esposa.
Hija del Rey Jaime II, estuvo depositada en Villena en espera de
alcanzar la
edad núbil para consumar el matrimonio, del cual nación doña Constanza
"la de
los tristes destinos", cuya mano fue pedida por el rey de Castilla,
Alfonso XI
con el fin de granjearse la voluntad o simpatía del belicoso infante.
Sin embargo, fue repudiada por el monarca antes de solemnizar el
matrimonio, lo que
origino una sangrienta lucha con el ofendido padre. La desgraciada
infanta fue
posteriormente dada en matrimonio a don Pedro de Portugal, quien la
abandono
por Ines de Castro.
De este segundo matrimonio tuvo tambien don Juan
Manuel a doña Beatriz y a dos niños mas, que murieron de corta edad.
En terceras nupcias caso con doña Blanca de la
Cerda y Lara, heredera de los importantes señoríos de Lara y de Vizcaya,
y de
este matrimonio nacieron: D. Fernando Manuel, heredero de los estados de
su padre, y doña Juan Manuel, que obtuvo los de Lara y Vizcaya.
Fueron hijos bastardos de don Juan Manuel: Don
Sancho Manuel y D. Enrique Manuel, Conde de Cointra en Portugal y de
Montealegre en España.
En 7 de marzo de 1.333, Alfonso IV le concedió el
titulo de Príncipe de Villena y posteriormente (17 de mayo de 1.336), Pedro IV
de Aragon, a petición del propio príncipe, le concedió que pudiera llamarse
Príncipe o Duque de Villena, como gustara. Pero en ambas ocasiones tuvo que
comprometerse a no acuñar moneda propia, que tal vez era lo que mas deseaba, ya
que no uso nunca de los títulos, prefiriendo encabezar sus escritos como "Fijo
del infante don Manuel".
Fue suegro de dos reyes, Corregente del reino de
Castilla y Leon. Su poderío en aquella España se explica fácilmente diciendo
que "podia ir del reino de Navarra hasta el reino de Granada, pasando cada no-
che en villa cercada et castillos suyos".
Ninguno, entre los próceres castellanos, personifica mas enérgicamente que el príncipe don Juan Manuel al señor feudal de la
dinastía de Sancho IV. Su idea de como debía ser la educación intelectual de la
nobleza, la recogemos de Amador de los Ríos (Historia Critica de la Literatura
Española.- 11a. parte.- Capitulo XIII." Suc. de Alfonso el Sabio", Madrid,
1.863).
"Desde pasaren (los nobles) de cinco años adelante (escribia
el señor de Peñafiel) deuen comencar a les mostrar leer; pero con falago
et sin
premia. Et este leer deue seer tanto a lo menos fasta que sepa fablar et
entender latin. Et despues deuen facer quanto pudieren por que tomen
plazer el leer
las coronicas de los grandes fechso et de las grandes conquistas et de
los fechos de armas et de cavallerias que acaescieron; et en como los
grandes sennores llegaron a grandes estados, por su bondat et por su
esfuerco, et quanto mal passaron en su vida..., et quant mala fama
dexaron de si los emperadores et los reyes et grandes sennores que
ficieron malas obras et fueron medrosos et flacos
de coracon."
Y en otra parte:
"Los libros que yo fasta aqui he fechos, son doze: el primero tracta de
la razon por que fueron dadas al Infante Don Manuel, mio padre,
estas armas que son alas et leones et por que yo, et mio fijo legitimo,
heredero et herederos del mi linaje podemos facer caualleros, non
seyendolo nos, et
de la fabla que fizo conmigo el Rey don Sancho en Madrid ante de su
muerte: et
el otro de "Castigos et Consejos", que do a mi fijo Ferrando, et son
todas cosas que yo probe: el otro libro es el de los "Estados", et el
otro es el "Libro
del Cauallero et del Escudero"; et el otro el de la "Caualleria"; et el
otro la
"Coronica Abreuiada"; et el otro la "Coronica Complida"; et el otro el
"Libro
de los Engennos"; et el otro el "Libro de la Caza"; et el otro el "Libro
de las
Cantigas", que yo fiz: et el otro de las "Reglas como se deuen trouar".
Antes de su muerte, ocurrida probablemente en Córdoba entre los meses de
abril a junio de 1.348, según opina don Jose Maria Soler Garcia (La
Relación de Villena), dejo establecida la sucesión de sus estados en la
forma siguiente:
Nombra heredero universal a su hijo don Fernando,
salvo en lo que establece para sus hijas doña Juana y doña Constanza y
para el
monasterio de frailes Predicadores de Peñafiel. Lega a Dña. Constanza
ochocientos mil maravedis que habra de entregarle su hermano don
Fernando tan pronto
como aquella contraiga matrimonio, en cuyo momento renunciara a los
derechos
que tenga sobre los lugares y castillos que le deja de por vida, y que
son Cartagena, Villena, Salvatierra, Sax, Yecla, Almansa, Tobarra,
Hellin, Isso y Librilla; derechos sobre Molina-Seca, Iniesta, villa del
Castillo de Garci-Muñoz,
Cifuentes, Palazuelos y Val de San Garcia, mas Galve y Aza. A doña Juana
le deja, hasta el momento de su matrimonio, Escalona con su termino,
que habra de
devolver a su hermano D. Fernando tan pronto se case, siempre que este
le entregase quinientos mil maravedis. Si don Fernando muriese sin
hijos, todos sus
derechos habrian de pasar a su hermana doña Constanza, y los de esta, a
su otra
hermana doña Juana, en las mismas condiciones anteriormente
establecidas.
La primera noticia que tenemos de don Juan Manuel,
relacionada directamente con Almansa, data de 1.316.
Se trata de un documento de deslinde y amojonamiento de terminos entre
la ciudad de Chinchilla y la población de Almansa, establecido en contra
de la voluntad de los almanseños, que perdían, con su firma, sus
derechos de posesión de los lugares de Alpera, Bonete y Carcelen, que
le habían sido otorgados, como sabemos, "para siempre jamas", por
Alfonso X,
cincuenta años atrás.
Pretel Mario dice que, en 13 de septiembre de
1.266, Jaime I dio a don Guillem de Rocafull, el lugar y Castillo de Alpera "a
pesar de que poco antes Alfonso X lo había concedido a los castellanos de Almansa".
Esto pudiera probar que el aragonés rescato Almansa de los moros sublevados, luchando contra ellos cerca de Alpera, entregando
aquel territorio al caballero de su hueste que mas se había distinguido en el combate.
Pero esta donación, no justifica en si, que el termino se desgajara y se incorporase al de Chinchilla. Mas adelante, al tratar
el tema del Pantano, veremos que el Concejo de Almansa reclamaba a la Corona el
termino de Alpera "que le había sido usurpado".
Tal vez el propio don Juan Manuel no fuera ajeno
a este atropello, obligado acaso por sus constantes intrigas, dobles
alianzas,
escaramuzas sin fin y otras aventuras, a pagar con este territorio de
Alpera,
las ayudas en hombres y bagajes de guerra que los de Chinchilla le
habrían prestado en alguna ocasión; ayuda que Almansa no estaba en
condiciones de prestarle por su reducida población.
Después de puestos los mojones en fecha que ignoramos, los conflictos entre los vecinos de Alpera y Almansa fueron constantes y
subían de tono, por lo que se hizo precisa la intervención de don Juan Manuel,
por medio de su "brazo derecho", el honrado Sancho Ximenez de Lanclares, que
sanciono el documento de deslinde.
Aunque en el citado documento -que luego veremos-
se manifieste repetidamente que ambos Concejos estaban de acuerdo, los almanseños no podían estarlo.
Y no lo estaban porque, con la perdida de Alpera,
Carcelen y Bonete, corrían el grave peligro de perder tambien las aguas que les
llegaban del primero de los lugares.
Previniendo esto, tuvieron gran cuidado los almanseños, de que en el
documento quedase reflejado este irrenunciable derecho, ya
que sin este reconocimiento por parte de los de Alpera, los de Almansa
podían
verse privados en cualquier momento del agua, como posteriormente
sucedería en
numerosas ocasiones al cortar o desviar la acequia desde Alpera, lo que
ocasiono infinidad de conflictos entre las dos poblaciones.
La acequia -cuya utilidad ya gozaron los almohades- estaba derrumbada en
muchos lugares, por los años que había permanecido
abandonado el territorio y requería ser puesta de nuevo en
funcionamiento, una
vez que el problema de las tierras se había resuelto. Pero como los mas
necesitado de una buena canalización, eran los almanseños, no tuvieron
mas remedio
que encargarse ellos de su reconstrucción.
Al mismo tiempo que se acordaba esta obra, se establecieron las normas que regirían el uso y disfrute de aquellas aguas por
parte de ambos Concejos, cuyo escrito presentaron a don Juan Manuel, para que
lo sancionara como era de rigor.
Los que atribuyen la paternalista de la canalización de las aguas citadas a estos almanseños de la época de don Juan Manuel, se
basan, sin duda, en la extracta interpretación de la letra del documento, que
dice:
"... et establescemos que vos el Concejo de Almansa fagades
una acequia por do podades levar toda el agua que viniere de Alpera..."
Sin embargo, no es posible que existiesen molinos
antes que agua. Y eso es lo que nos dice el mismo documento en otro párrafo.
"...por que esta dicha acequia no se seque y los molinos que
se y fizieren no se pierdan..."
Pero de todo esto nos vamos a enterar con mas detalles mas adelante al hablar del Pantano.
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