Época Historica

Después del abandono de Meca, hemos visto que los poblados de San Benito, Bujarrón, Los Molinos, etc, tuvieron una presencia romana mas o menos importante, junto a la también probable del Cerro del águila, donde se asienta nuestro Castillo.

Sin embargo, es casi seguro, que ninguno de estos poblados existiese en la época en que los árabes invadieron el territorio peninsular.

La transición de la etapa romana a la visigoda fue terriblemente trágica para los núcleos de población, la mayoría de los cuales padecieron destrucciones parciales o totales.

Por esta causa, los historiadores, como sabios distraídos se encuentran hoy, con que tienen ruinas sin nombre de ciudad conocida (como Meca) y conocen nombres de ciudades cuyas ruinas nunca han encontrado.

Para darnos una pequeña idea de la importancia de estas devastaciones, recordemos que ya en 170-71, invasores llegados por mar lograron apoderarse de Malaga.

Entre 172-74, la primera y 175 la segunda, otras dos invasiones de mauritanos llegaron a la Betica. En 178, un soldado italico, llamado Materno, levanto en Italia un ejercito de aventureros con los que paso a las Galias y después a España, saqueando y devastando campos y ciudades.

En el reinado de Galieno (260-268), tuvo lugar la gran invasión del Imperio Romano por los suevos, germanos y francos.

Entre 255 y 264 (o tal vez algo mas tarde) se apoderaron y saquearon TARRACO (Tarragona) y hacia 275 BARCINO (Barcelona). Las ruinas consecuencia de este asalto eran aun visibles a comienzos del siglo V, según testimonio de Orosio. También destruyeron DIANIUN (Denia).

Hacia 284 se supone que fue arruinada CLUNIA (Coruña del Conde), algo después fue destruida ILERDA (Lerida).

En su HISTORIA DE LOS VÁNDALOS Y SUEVOS, San Isidoro, refiere el terrible asolamiento de la península por estos pueblos y los alanos en los años 409-10, en los que devastaron a su paso todo el territorio, incendiando las ciudades.

Gunderico, rey de los vándalos, después de destruir CARTAGO ESPARTARIA (Cartagena), en 425, asalto BRAGA (429) y saqueo y destruyo HISPALIS (Sevilla), en 425-28, cuyos pobladores fueron en gran parte asesinados.

EMERITA (Merida) cayo en 439. Requila, hijo de Gunderico, aniquilo al ejercito romano mandado por Anderoto junto al SINGILIO (Genil) sitiando después Merida, que había sido reconquistada, y en 440 se apodero de HISPALIS y del resto de la Betica. En 449 asaltan Lerida, Astorga en 457, Lisboa en 457 y 468 y Coimbra en 464 y 437.

Durante el siglo V desaparecen de la zona Norte las ciudades de ANDELO, VELEIA y JULIOBRIGA. El obispo gallego Hidacio (hacia 388-470) tambien se refiere en su CHRONICON a las desolaciones sufridas por la invasión de alanos, vándalos y suevos, los que desencadenaron plagas mortales: la guerra, los impuestos excesivos, el hambre, la peste y la propagación de las bestias feroces por la mucha carne insepulta.

Hacia 615 fue destruida de nuevo Cartagena y a fines de este siglo desaparecieron las sedes episcopales de CASTULO, en la Betica y de VALERIA, SEGOBRIGA, ORETO y MENTESA en Carpetania.

Ante esta relación de catástrofes, comprendemos las dificultades tan enormes que encuentran los historiadores para establecer sus criterios, así como las discrepancias que animan sus trabajos, pues no habiendo quedado piedra sobre piedra en la mayoría de las ciudades y escaseando -o careciendo- los escritos contemporáneos, es casi imposible la reconstrucción histórica, no solo de una ciudad determinada, sino de la propia Península, durante un largo periodo que abarca desde el siglo IV al X.

Los descubrimientos arqueológicos, los escritos antiguos y la toponimia, son las herramientas conque los historiadores construyen sus edificios. Otra de las fuentes mas socorridas es, sin duda, el Itinerario, de Antonino Caracalla, que enumera treinta y cuatro vías militares en España en el siglo III de nuestra era, señalando, desde el lugar de partida de cada una de ellas hasta su termino, las sucesivas mansiones o puntos de descanso y las correspondientes cifras de las distancias de recorrido; los Vasos Apolinarios, que son cuatro, de plata, en forma de columnas miliarias, en los que esta grabado el texto del itinerario seguido desde Cadiz, por Cazlona y Valencia, al Pirineo, las Galias e Italia, hasta las antiguas AQUAE APOLINARES (hoy Baños de Vicarello, en la Toscana, donde debieron ofrecerlos como exvotos, unos viajeros españoles en el siglo I o II de nuestra era, y que se conservan en Roma).

A estas fuentes se añaden las propias columnas miliarias de piedra, que estuvieron y aun permanecen en el borde de algunas calzadas y cuyos epígrafes consignan en cada caso el nombre de la autoridad -casi siempre un emperador- a quien fue debida la construcción o reparación de la calzada, seguido de los numerales que indican las distancias, con las siglas M.P. (Millia Passuun), mas los trozos que se conservan, algunos en uso todavía, de las propias calzadas.

Con estos elementos se ha hecho y se sigue haciendo la identificación, estudio topográfico y matemático, estrechamente ligado con el geográfico, de reducción de las dichas mansiones, o sea de las ciudades antiguas, a las modernas que en ellas tuvieron su origen.

Debido a que los descubrimientos arqueológicos, sin las debidas excavaciones, raramente ofrecen datos nítidos y precisos y estos trabajos tropiezan con el inconveniente de su gran coste y la posible lesión de intereses particulares, es la toponimia el método mas usado.

Pero este procedimiento, además de ser muy arriesgado por el gran parecido que ostentan muchos nombres antiguos, ha de ser acompañado de profundos estudios en diferentes ramas de la ciencia, para que los resultados obtenidos puedan ser considerados como dignos de crédito.

Desde su reciente nacimiento como ciencia, la Arqueología ha venido sosteniendo una enconada disputa con la Historia, dado que muchos de los descubrimientos realizados por los arqueólogos, no concuerdan en muchas ocasiones con los datos facilitados por los historiadores y estos -a regañadientes- se ven precisados a modificar sus posturas.

Mucho mejor dotados de medios, los investigadores actuales no aceptan las teorías o dictámenes de sus mas antiguos predecesores, sino tras someterlos a un profundo análisis.

En las nuevas técnicas de la investigación se dan cita numerosas ramas de la ciencia, que se complementan y permiten el establecimiento de juicios absolutamente fiables.

El trabajo de laboratorio es una de las ayudas mas importantes que precisa el moderno investigador.

Por ejemplo: el polen de las flores es un material que resiste perfectamente el paso del tiempo. Gracias a el se puede averiguar de que planta se alimentaba el hombre primitivo español e incluso, como ha dicho un prehistoria español contemporáneo, podemos saber con que flores adornaban sus cavernas o sus personas nuestras abuelas. Palinologia es el nombre con que esta ciencia se denomina y constituye una parte de la Paleobotanica, ciencia que estudia la flora primitiva en general.

Los huesos, por su parte, conservan su micro-estructura; gracias a ello se ha averiguado, por ejemplo, que los dinosaurios padecieron artritis crónica y que algunos hombres primitivos sufrieron enfermedades como la tuberculosis osea, la sífilis y la lepra. Incluso es posible conocer a que grupo sanguíneo pertenecieron.

Los restos de cualquier material que contenga carbono son especialmente interesantes toda vez que mediante el método llamado del "Carbono 14", o carbono radioactivo, se puede fijar la edad del objeto con un margen de error aceptable, sobre todo para la Prehistoria. Igualmente los fosfatos son indicios seguros de la presencia humana, así como los compuestos de flúor. Tambien han servido para fijar series cronológicas, los anillos que cada año se forman en los troncos de los arboles y las capas de tierra acumuladas cada primavera al fundirse los hielos de las montañas.

La Paleontropologia, por su parte, ha identificado las diversas etapas seguidas por el hombre en su evolución, desde los mas rudimentarios ensayos hasta la plenitud de la Humanidad, así como a las razas a que pertenecieron.

El Paleomagnetismo sirve para fijar la edad de los compuestos de hierro, elemento que se presenta frecuentemente en las arcillas con que se elaboran las antiguas cerámicas. La Paleontología ayuda a determinar la fauna que convivió con el hombre en cada edad. La Paleoclimatologia estudia las variaciones térmicas de pasadas épocas y sus consecuencias en la flora y la fauna. La Vulcanología y la Sismología pueden ofrecer interesantes datos sobre las erupciones y los terremotos. Finalmente la Astronomía contribuye tambien con valiosas explicaciones sobre las causas y el desarrollo de muchos fenómenos que afectaron a la Tierra y a sus habitantes en épocas pretéritas.

Es obvio señalar, que ninguno de los autores que se ocuparon de nuestra ciudad (citados, con sus comentarios, al tratar del significado del topónimo Almansa) gozo de otros medios que la toponimia, algunos textos antiguos de difícil traducción y otros escritos contemporáneos a los anteriores elaborados bajo idénticas premisas de inexactitud.

Salvo Amador de los Ríos, que negaba la existencia de Almansa en época anterior a la Reconquista, los autores citados coinciden en atribuirle patente romana, bien como ciudad fundada a raíz de la desaparición de Meca, en la época cartaginesa (como Fr. Morote y el cronista Sr. Blanch) bien confundiéndola con la propia Meca, como el canónigo Lozano y Cean-Bermudez.

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