viernes, 2 de agosto de 2013

El Vitorero

La historia que nos ha llegado de este personaje lo ha sido (como casi todo lo escrito) a través de las versiones de los religiosos de turno, que adornaban los hechos con cuantos hechos milagrosos les dictaba su imaginación, su pasión, o su oficio.

Un ejemplo de esto, es la versión del asunto que apareció en un folleto titulado LA VICTORIA DE ALMANSA (Reportaje de un Ermitaño), firmado por Carlos Martines de Campos.

...En pocos horas de angustia mortal, vi escenas macabras de feroz ensañamiento y también otras de exaltado patriotismo y heroicidad sublime Oyeron mis oídos plegarias a Dios e impías blasfemias en confusión de lenguas, como nueva Babel. Me cruzo (entonces) una visión que me hizo ver pasar por el cielo azul la figura mimbrada del Evangelista San Marcos, jinete en caballo blanco, arengando a las huestes leales; contemple alzarse majestuosa, vibrante, de entre un montón de soldados caídos, a una figura gigantesca, mal cubierta por una casaca hecha jirones, levantando en su mano izquierda un gran Crucifijo mientras con la otra, el sable que empuñaba, pasaba a cuchillo a cuantos contrarios se le ponían delante; y vi, horrorizado, como un buen piadoso vecino de la Villa, llamado Anton Gil, dueño del molino al que (yo) acudía de vez en cuando para recibir alguna harina de limosna, como en exaltación heroica, derribaba de su cabalgadura a un soldado ingles y (lo) remataba en el suelo a golpes de 3 hacha; y vi como recogiendo del campo de batalla una alabarda, el gorro de su víctima y la gualdrapa de su caballo, salia con sus trofeos corriendo hacia la población gritando ensoberbecido: /Hemos ganado, hemos ganado; Viva la Virgen de Belén /...Y... no vi mas (de la batalla) porque marche tras Anton deseoso de llevar también a los vecinos de la Villa la noticia feliz de la victoria.

Las calles del pueblo, hasta llegar a la Iglesia nueva, estaban desiertas. En cambio, la amplia nave del Templo, llena de gente, postrada de rodillas, con el Santísimo expuesto, entonando plegarias al Dios de los Ejércitos.

Anton Gil con la gualdrapa del caballo sobre los hombros a guisa de capa, en la mano la mitra del soldado ingles, y con la otra alzando la alabarda, penetro en la iglesia, repitiendo el mismo grito que en el campo de batalla: /Victoria, victoria/... //Viva la Virgen de Belén//.

Un clamoreo general de enardecido entusiasmo acogió el vítor a la Virgen con la noticia del triunfo, y las autoridades de la Villa que se encontraban (en el) baptisterio del santo lugar, los Capitulares don Nicolás Ochoa, don Francisco Galiano Spucha (sic, por Spuche), don Luis Rodriguez de Navarra (sic, por Enriquez de Navarra), don Francisco Casa (sic, por Ossa) Galiano y don Antonio Moreno y otros señores principales, le pidieron noticias concretas, no acertando Anton Gil a decir otra cosa sino que se acababa de ganar la batalla, y que en testimonio de ello prometía a la Virgen Santísima, bajo solemne juramento, vestir aquel uniforme, tanto el como sus descendientes y que en las procesiones de la Virgen Patrona predeceria a la imagen gritando:

(pero) añadiendo: /Y el ñiñico tambien/. Fueron momentos de sublime emoción, que acrecentaronse con la llegada del campo de batalla de otros soldados almancinos corroborando la victoria. No hay duda de que el autor (fuese o no un fraile) supo construir un relato al gusto de la época, manejando con habilidad los datos históricos conocidos. Así vemos que cita de pasada al Cristo de la Batalla, un crucifijo encontrado en campo de los partidarios del Archiduque, del que daremos mas noticias después, cuando dice:

...Contemplo alzarse majestuosa, vibrante, de entre un montón de soldados caídos, a una figura gigantesca, mal cubierta por casaca hecha jirones levantando en su mano izquierda un gran Crucifijo, mientras... Tampoco el fraile, en su afán de agradar a lar personas importantes del pueblo (como era la norma general), los dejo en muy buen lugar, al situar a todas las autoridades refugiadas en la iglesia mientras la batalla se dilucidaba a cuatro pasos de allí.

Lo mas cercano a la realidad que se ha escrito sobre esta historia, apareció publicado en El Eco de Almansa, en 1.928, bajo el titulo UN PERSONAJE TRADICIONAL, que no puedo indicar quien lo escribió por carecer de firma el articulo y haberlo hallado en una hoja suelta de aquel periódico. Dice así:

De los personajes mas curiosos y populares de nuestra Historia, uno de ellos es el Vitorero.

No se encuentra nada escrito acerca del origen de nuestro típico y original Vitorero; únicamente y con la propia vaguedad es conocido lo contado por la tradición de familia.

Cuentan que el origen del Vitorero fue; que cuando la Batalla de Almansa en el año 1.707, había un mozo molinero en uno de los molinos de la Ribera. Por aquella fecha, los habitantes de los caseríos estaban aterrorizados por los continuos saqueos y muertes (de) que eran objeto por parte de la soldadesca, y aun mas si los pacíficos moradores eran partidarios de la causa de Felipe V.

Este mozo molinero vio a un individuo (que debió ser militar) que con lanza en mano se dirigía a la casa del molino en actitud amenazadora; entonces el joven molinero desde una ventana dio muerte a dicho individuo despojándole del uniforme que vestía y la lanza que llevaba (que es la que actualmente lleva en las procesiones el Vitorero) y con esto que consideraba como importante trofeo de guerra, se persono a las autoridades y manifestó que diole muerte por considerarlo enemigo y defender la propiedad de la casa, que la veía en peligro de haber sido saqueada; y para dar mas firmeza y crédito a su declaración, hizo promesa solemne de vestir el uniforme el y todos sus descendientes y que en todas las procesiones de la Virgen precedería a la procesión diciendo

Lo que puede haber de cierto sobre el origen del Vitorero, es difícil de adivinar; pero lo cierto es que desde luego algún hecho de importancia fue el motivo para que 221 años sin ninguna interrupción se venga cumpliendo con la promesa o juramento del primitivo Vitorero. El actual Vitorero se llama Pedro Gil Arráez, de oficio pastor, y lleva 8 años de Vitorero. Su padre fue 20 años y su abuelo empezó a ser Vitorero desde la edad de 8 años hasta la de 73 en que falleció. La sucesión de este cargo es perpetua y da derecho, como es natural, al hijo primogénito y de esta forma es como lo viene cumpliendo sin que se haya conocido ninguna querella apesar (sic) de no existir documentación alguna.

Un anticuario le daba al actual Vitorero mil pesetas por el traje, y además hacerle otro nuevo; pero este buen hombre a pesar de su pobreza creyó en honor y deber rechazar dicha oferta y así lo hizo, estimando mas el deshilachado traje que las pesetas ofrecidas, pues el estima su mitra y su lanza cual si fuese preciado relicario.

Con todo esto hoy el Vitorero es personaje muy simbólico en nuestra Historia y que (su) en enigmático origen histórico se encierra algo muy transcendental.

Rindamos hoy en tan memorable fecha en que hecho (sic) los cimientos nuestra gloriosa dinastía Borbónica en homenaje y aunque sencillo recuerdo al Vitorero, que cual Heraldo generoso, al dulce y vibrante grito de que tambien de forma triunfal y majestuosamente obstenta con orgullo los fajines de Generala que el Gran Caudillo Duque de Berwick le entrego agradecido de la gran victoria que consiguió sobre el enemigo en tan fausto día.

(Posteriormente he sabido que el articulo pertenece a don A. Oliver Valiente y su fecha es de 24 de marzo del 28) Los lectores que conozcan el libro de Ruiz de Alarcon, verán que se trata del mismo escrito, sin que don Jose se dignara citar la fuente de procedencia tampoco.

Lo que yo creo que sucedió en esta historia es lo siguiente (que el lector puede compartir o no):

Antonio Gil, el protagonista de este relato, era un arrendatario de un molino que, en el día de la celebra batalla, se encontraba en su finca con la camisa que no le llegaba al cuerpo pensando en la posible derrota de los ejércitos de Felipe V, por los pillajes y represalias que seguirían a continuación, dado de que la Villa se había decantado por el de Borbon. A media tarde, tal vez, y cuando la batalla ya se había decidido a favor de Felipe, comenzaron a pasar por las cercanías del molino numerosos fugitivos (que dias mas tarde serian capturados en las cercanías de La Encina, y en el cerro que ahora se conoce como de
Los Prisioneros), la mayoría de los cuales era de caballería.

Probablemente uno de aquellos hombres, que intentaba salvar la vida a toda costa, habiendo perdido su cabalgadura, se acerco al molino en busca de una montura (un bicho con cuatro patas) que le permitiera huir con mas celeridad. Pero Anton Gil, como cualquier otro propietario rural, no estaba dispuesto a dejarse robar y cuando lo vio acercarse (con mas o menos sigilo o insolencia) le soltó un trabucazo desde una ventana.

En tal hecho no existió odio, ni heroísmo ni otra cosa digna de alabanza o censura (excepto la muerte), sino un acto acaso de legitima defensa de la propiedad.

Anton era un hombre sencillo y aquel sujeto no le dejo un buen sabor de boca, por lo que no es extraño que se viera impulsado por su con ciencia religiosa a prometer o jurar salir el y sus descendientes, en todas las procesiones, vestido con aquellas armas y ropas quitadas al muerto, en un acto expiatorio. El vítor a la Virgen no hace sino confirmar este sentido de culpabilidad.

La persona que actualmente ocupa este cargo se llama Jose Gil Lopez y lo desempeña desde 1.959, aunque en los últimos años de su padre tuviera que suplirle en varias ocasiones por enfermedad, como tambien el ha sido sustituido por su hermano Juan en alguna oportunidad.

Volvamos con el Cristo de la Batalla como hemos prometido, aunque su historia no sea demasiado interesante.

El Crucifijo fue encontrado en el campo de batalla por unos labradores (probablemente cuando se procedía a enterrar a los muertos y a recoger a los heridos) quienes lo retuvieron en su poder hasta épocas muy cercanas en que sus descendientes (la familia Nolina Rubio) lo cedieron al Ayuntamiento.

Como se advierte en la foto que acompaña, la imagen es una bonita talla, que los entendidos identifican como del siglo XVI y tiene la particularidad de contar 33 nudos en las ramas que forman la cruz (aunque yo no los he contado.)

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